23-F


- Milan - 23/02/2006 10:13


Salía de dar una clase particular de física. La alumna era una chica muy mona de Cádiz, de 15 años, que se llamaba Spiegelberg. Me acerqué al colegio de monjitas donde la Bala daba las suyas (una de sus alumnas, por cierto, era nieta de Carrero Blanco)... y la monjita portera se acercó muy asustada y nos dijo que alguien había entrado en el Congreso pegando tiros y que había heridos. Cuando nos acercamos a su cubículo y escuchamos el transistor, se me quedaron las manos frías. ¡Las manos frías y como un vació debajo de los pies! Blasfemé.


Esa noche, cuando el rey salió por la tele, la Bala estaba en la cama, gritando de dolor porque sufría el primer cólico nefrítico de su vida... servidor no sabía que hacer: oía la radio, miraba la tele y mimaba a la Bala... tranqui, tranqui, ponte de la lado y quédate calladita... ¡No entendí nada de lo que dijo el rey!


La Bala estaba tan mal, y servidor tan nervioso, que cuando la monté en el Dyane-6 para llevarla al Hospital (militar, por supuesto), arranqué el freno de mano ¡me lo quedé en la mano!


Por cierto. En el hospital actuaron como si no pasara nada.


Ya veis. Nuestro 23-F es inolvidable por varios motivos.



- Amador - 23/02/2006 10:43

Estaba en la consulta del pediatra Don Adulfo con la doña y los dos mayores (la pequeña se estaba gestando porque nació en noviembre;¿sería el desquite por el fracaso?)Su esposa asomó la cabeza y le llamó. Él había sido coronel y al regresar me dice "Hay tiros en el Congreso"."¡Ande ya, don Adulfo; a estas alturas...!"."Que si..."."Bueno, que no nos pase nada".- Lógicamente iba preocupado subiendo la calle Millán Astray (¡Que casualidad!) y ví a un soldadito paseando. Entonces, tranquilo, le hice ver a mi esposa esa situación, el paseo, y le dije que no hay de que preocuparse. -Vivía en aquella época en c/González de la Vega: al llegar a casa, dejé a la familia y me llegué hasta Delegación de Gobierno, todo tranquilo: luces encendidas, ventanas abiertas, ni policía en la puerta. Mas soldados paseando. Me puse a escuchar, y grabar en cassette para la posteridad, y así estuve hasta las 9 de la mañana del día siguiente.


Pero el canguelillo nos quedó.



- Aquilino - 23/02/2006 11:43

Fué ciertamente una largo noche en vela, oyendo las noticias en portugués. A mi pilló en un claustro. Un profesor de francés, bilbaino y bastante "casposo", se levantó a borrar una inscripción que otro compañero había escrito días antes: "Gora Gregorio". Es la anécdota del día. Luego si estuve muy preocupado. A mi padre le cogió de travesía por el estrecho hacia Ceuta (lo recuerda con una mezcla de impotencia, exasperación y tristeza). La declaración de rey me tranquilizó, pero la vigilia continuó hasta el desalojo completo del congreso. ¡25 años! ¿Os imagináis el mismo escenario con lo móviles de hoy?



- Amador - 23/02/2006 11:54


¡Ojala hubieran existido los móviles y los ordenadores portátiles! Por que muchas lagunas hay todavía y me gustaría saberlas.Algunas son tonterías: En uno de los reportajes que pusieron el otro día en una de las cadenas nacionales, hicieron ver la "nimiedad de algún hecho" como, p. ej., despues de tomarse TVE se quedó un guardia solo. Pues no; un soldado de los que participaron en la "toma" de tve es de Algeciras y me río cuando me cuenta sus anécdotas. "Vamos, mi sargento, vámonos que nos van a meter una piña"."Y si nos vamos, nos la van a meter de igual modo"

Y allí estuvieron hasta que les dieron orden de irse, tan inseperada como cuando dijeron de ocuparla. Se fueron entre el miedo del personal de tve y del propio, pero allí no quedó nadie.


Eso si, vamos a recordar el hecho, todavía que tenemos memoria. Pero no nos tiremos mencionandolo sesenta años como la guerra, que ya está bién .Enterremos a los muertos dignamente y los vivos no repitan errores del pasado.


- Milan - 23/02/2006 12:13


Pos no sé qué decierte, Poli. Lo mismo es saludable no olvidar... más que nada para mantener referencias de lo que queremos y de lo que no queremos.


- EL VICE - 23/02/2006 12:30


Si no olvidar es para no volver a repetir los errores del pasado me apunto.
Si es con rencor, que paren que me bajo.

¿Recordar hasta cuando?

El 75?
El 36?
Los RR Católicos?
La invasión de los árabes?La invasión romana?

Prefiero mirar adelante (pero con las lecciones aprendidas para no volver a fallar las mismas preguntas del examen)



- Mª Ángeles - 23/02/2006 13:08

Era por la tarde que dejé mi madre entretenida escuchando en la radio lo que acontecía en el Congreso. Recogí a Cristina del cole y nos fuimos a la Industrial Bolsera a comprarle los complementos del difraz que iba a lucir en Carnaval. Nos demoramos un rato y a la vuelta, cerca de casa , la gente hacía corro en el edificio de Arquitectos comentando lo que acababa de ocurrir. Los pelos se me pusieron de punta. Corrí a tranquilizar a mi madre, que no os podeis imaginar como estaba!. La guerra, otra vez la guerra!, clamaba. Fué una noche larga. Mi marido, que venia de Girona, se fué derecho a la sede del partido (los dos militabamos en el PSC) a destruir documentación de ls¡os militantes. Móviles no había, pero el fijo echaba fuego, todo el mundo buscando a todo el mundo. El transistor fué la estrella en el trabajo, no nos despegamos de él hasta ver que todo acababa. Por suerte, ahora tengo otra fecha para recordar, el 27-F, el día feliz de nuestro gran Reencuentro.


- A. Herola - 23/02/2006 14:02

De acuerdo con el Vice. En aquella época viviamos en La Coruña y reuerdo que tenía el 127 en el mecanico, así que volvia a casa en el autobus, que fué donde empezé a escuchar las conversaciones sobre el golpe. yo entonces estaba en el PSOE y creía que lo que estaban hablando algunos en plán medio de cachondeo, no era posible de esa forma. Cuando entré en casa me fuí directo al telefono y llamé antes que a nadie a mi padre, que estaba en la comandancia general de Ceuta (Plaza de Africa). Resumiéndo; que me acuerdo de una tensa situación al telefono, pués él solo trataba de tranquilizarnos y quitarle (hierro) a la cosa. Cuando se terminó la conversación un tanto abruptamente, sentí una grán pena y vacío interior, incertidumbre y verguenza; me acordaba de las tristes historias del pasado colectivo y familiar que creiamos muchos, ya superadas para siempre...


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